domingo, 11 de julio de 2010

Microhistoria VI

Estaba triste y no sabía muy bien por qué. Sólo tenía la sensación. Caminaba sin un rumbo concreto, mirando al vacío. De repente algo trajo el viento, que se quedó revoloteando delante de forma caprichosa, como si quisiese atraer toda su atención. Lo miró. Nunca había visto nada igual. Era precioso. Su humor cambió a medida que observaba el seductor movimiento. Empezó a seguirlo, centrando toda su atención en él. Dejó de mirar al suelo. Dejó de mirar nada que no fuese aquello tan hermoso. El movimiento se aceleró y empezó a correr tras él. Al principio había intentado mantener la distancia, pero ahora quería coger aquello. Lo quería para sí. Quería acariciarlo y protegerlo. La persecución se volvió más violenta. Aparecieron obstáculos. Los saltó. Los apartó. Los empujó. Sin mirarlos. El viento quiso jugar más fuerte. Empezó a ascender. La mirada cada vez era más forzada. Cada vez más arriba. Ya no valía de nada saltar. Imposible alcanzarlo. Entonces el suelo desapareció bajo sus pies. Un paso antes estaba, ahora ya no. Cayó al vacío. Cayó fuerte. Con todo su peso. Dejó de ver. En la oscuridad, dejó escapar una lágrima. Estaba triste y ahora sabía por qué.