Se dedicaba tanto a los demás, que dejó de vivir su propia vida.
Y dejó de soñar.
Vivió las vidas de otros, los problemas de otros, las alegrías de otros. Y se olvidó de sí misma. Se olvidó de que ella también existía. Cuando se quiso dar cuenta, ya no le quedaba nada. Nada a lo que volver. Nadie a su alrededor.
Y murió.
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